Recuerdo hace años como en mi centro de trabajo, antes de llevar los servidores a la nube, el mantenimiento de los mismos era una labor de gran importancia. Y no, no me refiero sólo a mantener los sistemas Linux, sus clústers, las actualizaciones o la seguridad perimetral. Me refiero a tener discos preparados por si rompían, una fuente de alimentación de recambio, ver el estado de las baterías del SAI, etc.
Todo eso, era tedioso y además caro. Pasó el tiempo y llegó la época de la nube. Tu proveedor te ofrece a golpe de clic desplegar servidores, que además pueden escalar en caliente, que físicamente “no se averían” (realmente lo hacen pero de eso se encarga el proveedor), que puedes apagar/encender/reiniciar a golpe de clic… y tras todo eso, la migración a la nube parece que el tiempo del mantenimiento ya pasó.